Después de mostrarnos la historia del origen de todos los seres en el universo desde la sabiduría maya contada en el Popol Vuh, Abadio Green empieza por pedirle permiso al cosmos, agradeciéndole por su existencia y por la oportunidad de evocar  y permitir la conversación a la que asistíamos. Una conversación para hablar de  las cosas bellas que tenemos .

¿Qué podemos hacer con los niños para mejorar la relación con el planeta? Esta pregunta retomada de la conferencia inaugural dio paso a uno de los primeros planteamientos de la charla: la situación medioambiental que vivimos se debe a que la educación no nos ha servido. Las instituciones educativas y la iglesia nos han enseñado que lo mas importante es el individuo, el ego. No hemos sido educados para reconocer que todo lo que hay en el universo son seres vivos, no nos damos cuenta de nuestra pequeñez. Somos un país enfermo y necesitamos sanar.

Abadio Green nos cuenta que el oriente es de color rojo y representa la sangre, la energía y el sol; mientras que el occidente es representado por el negro, un color con el que representamos todo lo malo, pero que en las tradiciones milenarias  representa el vientre, el origen. “Al inicio todo era oscuro, una oscuridad tan densa como si le apretaran a uno los ojos con las dos manos.”

El vientre es la primera escuela, la pedagogía de la madre madre tierra quiere enseñarnos que “no podemos amar la tierra solo de decir, debemos amar la tierra sintiéndola. La debemos sentir primero en el vientre.” Tenemos que agradecerle a nuestra madre.

La formación que llegó desde Europa con los españoles es antinatural, pues se da  en un tiempo lineal, no reconoce el pasado como vivo, ni que somos un tiempo cíclico y espiral. Nos enfocamos en el presente y en el yo.  Para  construir un mundo mejor – dice Abadio Green- debemos tener claro el pasado, reconocer lo que somos y hemos sido. No podemos tener un país al que podamos amar mientras sintamos vergüenza de nosotros mismos. La sanación está en nuestro cuerpo y para sanarnos debemos conocer el origen, recordar el vientre.

Los cuatro principios de la pedagogía de la madre tierra para tener hombres y mujeres de corazón bueno y palabra dulce son, el silencio, escuchar, observar y tejer. El silencio es sanación, es agradecer a la tierra.  “Todo acto que podamos hacer de hoy en adelante primero debe ser el centro la tierra”

Abadio Green terminó la conversación diciendo “Los amo, los quiero” y el espacio para preguntas se convirtió en un momento de danza, donde los asistentes tomados de la manos formamos una gran espiral cantando:

“Tierra mi cuerpo, Agua mi sangre, Aire mi aliento, Fuego mi espíritu.”