Durmiendo con un ojo abierto

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Con ideas socialistas y democráticas, Miguel Littín ha plasmado en su obra cinematográfica el exilio, la soledad, las ineludibles secuelas de la confrontación sin palabras.

Fue amigo cercano de García Márquez: “a la primera persona que yo le mostré Actas de Marusia, que fue mi primera película de exilio, fue a Gabo”, ha señalado en varias ocasiones.

Ser director de cine también le ha salvado la vida. Cuando Allende fue derrocado el 11 de septiembre de 1973, Littín era el jefe de la cinematografía chilena. Ese día, un sargento golpista lo reconoció como el director de El Chacal de Nahueltoro y lo dejó escapar del edificio sitiado de Chile Films.

Miguel Littín tiene mucho por contarnos. Es un referente obligado para discernir las repercusiones que ha tenido el conflicto en un país como Chile. Mañana sábado veremos dos de sus películas emblemáticas: Dawson. Isla 10, y Allende en su laberinto. El domingo asistiremos a su conferencia “Durmiendo con un ojo abierto” y más tarde veremos Náufragos para completar la trilogía seleccionada de su obra cinematográfica.

Hubo un tiempo en que fue ajeno, extraño en su propia tierra. Ocurrió cuando regresó a Chile luego de muchos años en el exilio por causa del golpe de estado del general Pinochet durante el gobierno de Salvador Allende.

Narra que cuando regresó, en las vísperas del plebiscito que trajo de vuelta la democracia, ya no entendía nada ni a nadie. No obstante, esa confusión generó en él gran avidez por volver realmente, por recuperar sus pedazos de tierra, su olor, su sentido de pertenencia.

Se pregunta por qué nuestros héroes terminan solos. “La revolución de Allende fue una revolución pacífica, y terminó con un fusil en la mano”.