La semana pasada las redes se revolucionaron por cuenta del anuncio que hizo Pablo Alborán en su cuenta de Instagram. Por medio de un video de 3 minutos hacía pública su homosexualidad.
Casi a la par y durante la misma semana Nickelodeon sacaba a Bob Esponja del clóset, y el beso lésbico entre Alejandra y Liliana, dos personajes de La Venganza de Analía, la telenovela más vista en el prime time de la televisión colombiana se volvía tendencia en internet. Y todo en el mes del Orgullo.
Por supuesto, celebro que cada vez más las orientaciones sexuales diversas y las identidades de género se visibilicen, a ver si algún día dejamos de rasgarnos las vestiduras como sociedad con algo tan natural como ser y amar tranquilamente. Con lo que no estoy de acuerdo es con la forma en la que los medios quieren endiosar a cuanto cantante, actor, deportista, caricatura, etc., que sale del clóset, a tal punto de que los califican como “un ícono gay”.
Por esta razón decidí darme a la tarea de rastrear algunos personajes que el mismo mercado y la industria alrededor del Pride se han encargado de borrar de la historia por no ser el estereotipo de maricas, afeminados, machorras y raros que simplemente un día decidieron salir del clóset; y que ha sido esa misma industria la que nos ha privado a las nuevas generaciones de decir que también nos sentimos orgullosos de ellas y ellos.
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Alan Turing:
Pocas veces ubicamos a la población LGBTI+ en escenarios diferentes a los campos de concentración cuando hablamos de la II Guerra Mundial, pero los gais fuimos más relevantes para este conflicto de lo que creemos, o bueno, por lo menos uno: Alan Turing.
Matemático británico considerado uno de los padres de la computación y precursor de la informática moderna, quien gracias a la máquina que inventó pudo descifrar los códigos secretos de los nazis y ayudar al Reino Unido y Aliados a ganar la guerra.
La máquina de Turing salvó miles de vidas y acortó la duración de la guerra entre 2 y 4 años, pero la historia se empeñó en borrar su memoria y legado solo por ser homosexual, tanto así que 7 años después de finalizar la II Guerra Mundial fue condenado a la castración química por ‘indecencia grave’, y en 1954 con su carrera profesional acabada se suicidó al morder una manzana envenenada con cianuro.
Tuvieron que pasar 60 años luego de su muerte para que la corona británica le concediera el perdón real por una sentencia que hoy en día es injusta y discriminatoria y reconociera el gran aporte de un matemático homosexual a la historia de la humanidad.
En 2014 se estrenó la película The Imitation Game en la que se cuenta cómo la máquina de Turing logró romper el cifrado de los mensajes enviados por la Alemania Nazi.
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Lili Elbe:
En el 2015 se estrenó la película La Chica Danesa, que cuenta la historia de una artista trans que se somete a una cirugía de reasignación de sexo en la primera mitad del siglo XX.
La película está basada en el libro A Man Into Woman, pero lo que pocos o casi nadie sabe es que Lili Elbe, la protagonista, fue un personaje real y que fue la primera mujer trans en la historia en realizarse una cirugía de reasignación de sexo.
Einar Wegener fue un pintor danés que toda su vida se sintió como mujer, pero fue solo hasta el momento en que posó para su esposa Gerda, también artista, vestido de mujer que pudo manifestar su feminidad. Al comienzo su esposa vio todo como un juego y decidió bautizar aquella mujer con el nombre de Lili y empezó presentarla como su prima ante la sociedad danesa de aquel entonces, además de convertirla en la modelo de sus pinturas.
Ante la determinación de Lili por continuar adelante con su cambio de sexo, finalmente en 1930 se sometió a su primera cirugía en Berlín a cargo del sexólogo alemán Magnus Hirschfeld. Ese mismo año, Christian X, rey de Dinamarca, anuló su matrimonio con Gerda y le emitió un nuevo pasaporte con la foto y nombre de Lili Elbe. A raíz de una serie de complicaciones con las cirugías posteriores que incluían trasplante de ovarios y útero Lili murió en 1931.
Lili nunca tuvo referentes y mucho menos información médica, ya que los doctores que visitó en Dinamarca durante su juventud la tildaron de histérica y depravada, su única cómplice en el camino que ella mismo comenzó a cimentar fue su esposa.
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Marguerite Yourcenar:
346 años tuvieron que transcurrir para que una mujer belga nacionalizada estadounidense, que dedicó su vida a cuestionar los roles de género y la dualidad de la sexualidad con sus letras y su propio estilo de vida, ocupara por primera vez desde su creación uno de los sillones inmortales de la Academia de la Lengua Francesa.
A los 10 años Marguerite sabía hablar latín y griego, 8 años después escribiría su primer libro de poemas ‘Le jardín des chimères’ (El jardín de las quimeras). Su primer seudónimo fue Marg Yourcenar, cautivada por lo andrógino del nombre lo utilizaría para firmar todas sus obras y neutralizar su identidad sexual hasta la muerte de su padre.
Su exploración constante de la ambigüedad sexual y búsqueda homoerótica la llevaron a recorrer las islas griegas, enamorarse en París y finalmente establecerse en Estados Unidos.
En medio de esta travesía y con menos de 40 años, Yourcenar ya se había enamorado perdidamente de un gay, un heterosexual, una lesbiana y una mujer casada. En París buscó masculinizar su rostro y adoptó un estilo a la garccone, caminaba y fumaba con determinación poco femenina.
Su estilo de vida le permitió entender de una manera diferente el género y las relaciones entre hombres y mujeres para plasmarlo en sus obras. En 1980 es admitida en la Academia Francesa y por primera vez una mujer logra ocupar uno de los sillones inmortales.
Aunque fue acusada de rechazar a las mujeres en sus obras y de escribir una literatura misógina, Yourcenar contribuyó a construir una voz femenina fuerte y alternativa en una época marcada por los prejuicios, el machismo y la heteronormatividad.
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Josephine Baker:
Si bien Alan Turing ayudó a ganar la II Guerra Mundial con su conocimiento matemático y en computación, el aporte de otros aliados a esta victoria fue más underground, por ejemplo, hubo quien ayudó con su ropa interior.
Josephine Baker era todo lo que para la sociedad de la primera mitad del siglo XX estaba mal. Era pobre, mujer, negra, emancipada, artista y bisexual. Pero los prejuicios y el estereotipo no le impidieron triunfar en el mundo del espectáculo y en la milicia.
Baker empezó bailando en las calles por algunas monedas y luego viajo a Francia en donde alcanzó el estrellato como bailarina y vedette de la escena nocturna Parisina con su excéntrica, pero sensual forma de bailar.
Gracias a que se convirtió en la actriz más cotizada de la capital cultural del mundo, Josephine recibió la visita de una miembro de la inteligencia francesa un año antes de que los nazis invadieran el país.
Su popularidad le ayudó a moverse sin reservas por toda Europa y gracias a su simpatía y talento para el espectáculo accedía sin reserva a los centros de poder del período de guerra, de donde salía con información escrita con tinta invisible en sus partituras y documentos ocultos en su ropa interior.
Además de espía, Baker también se ofreció como enfermera voluntaria de la Cruz Roja y como piloto, además bailaba gratuitamente para entretener a las tropas. Una vez finalizó la guerra el ejército francés le otorgó la Legión de Honor, la Cruz de Guerra y la Medalla de la Resistencia.
Así fue como una artista negra, pobre, segregada, bisexual, con 12 hijos, casada 4 veces y con decenas de amantes entre hombres y mujeres logró convertirse en uno de los miembros más ilustres de la resistencia francesa contra los nazis.
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Fernando Molano:
En la década de los 80 y 90 ser pobre, marica o tener VIH en Colombia era casi tan grave como ser guerrillero.
Fernando Molano Vargas, escritor bogotano nació pobre, enfermó de VIH, militó en las FARC y era abiertamente homosexual; tal vez por esas razones la historia se ha encargado de negarle un espacio a su obra junto a otros grandes de la literatura colombiana como Gabo o Fernando Vallejo.
Muchos homosexuales amantes a la literatura podemos decir que Un beso de Dick fue ese libro que nos ayudó a descubrir y comprender nuestra sexualidad. Esta fue la única novela que Molano pudo publicar en vida. Él dedicó su escritura a narrar la realidad y los obstáculos que enfrentaba el amor homosexual y el sida en un contexto social donde la izquierda radical y la extrema derecha tenían y siguen teniendo en común, el profundo desprecio por la disidencia sexual.
Los relatos de Fernando Molano son casi que autobiografías ficcionadas del autor en donde a pesar de las situaciones “desfavorables” que atraviesa no se niega a relacionarse románticamente, a sentir y ser sin limitaciones de ningún tipo, tal y como debería ser en cualquier contexto. En donde, sin siquiera habernos conocido, cualquiera de sus personajes podría fácilmente ser cualquiera de nosotros.
Con una novela publicada en vida, un libro de poemas que vio la luz en su lecho de muerte y una novela inédita que se conoció luego de su desaparición, Fernando Molano es uno de esos personajes avanzados para su época y que a pesar de la indiferencia de la historia sigue vigente al igual que su obra, que vale la pena recordar en este mes para sentirnos orgullosos de él.