La vendimia era el momento del año y Dionisio el motivo, festejos por la recolección de la uva y el momento para adorar al Dios del vino. Las composiciones poéticas hacían presencia en la antigua Grecia, el ditirambo, era escrito en honor a Dionisio, un canto acompañado de disfraces y frente a todo un público. Allí nació el teatro, tanto el género literario dramático como el espacio físico donde se llevan a cabo las obras teatrales.
Ésta representación artística ha sido catarsis para las más profundas y complejas emociones del ser humano, un reflejo de la realidad y de nuestra cotidianidad. Y aunque el teatro como representación sobrevive afuera del teatro como espacio físico, la estructura complementa su magia y posibilita la convergencia de muchos otros actos simbólicos en torno al arte, al cine, al conocimiento y a la política como acto de participación ciudadana. Su presencia física en las comunidades propicia el movimiento cultural que forma ciudadanos y fortalece tradiciones.
El municipio de Jardín tuvo ésta oportunidad y al igual que muchos otros municipios de Antioquia fue testigo de la construcción de un teatro, una arquitectura europea adaptada a la naciente república colombiana. Un sitio para el encuentro de la comunidad, los curiosos, los intelectuales, los bohemios y sin duda, parte indispensable de la historia y los procesos culturales del municipio.
En 1912 se abre la sede de la Compañía industrial de instalaciones eléctricas de Jardín, una sociedad entre 36 ciudadanos y la municipalidad. En los años siguientes dotó de electricidad al municipio y adaptó en su sede, una casa familiar, un teatro de zarzuela.
La sociedad se liquidó en 1933 quedando el inmueble en propiedad del municipio, quien dio usos a los demás espacios de la casa, respetando siempre la sala de teatro. Allí se trilló y se escogió café, fue colegio de mujeres, el Concejo municipal sesionó plenarias, fue taller de ebanistería y cerrajería, y fue sede de la Corporación Cultural de Jardín.
Situado en una esquina, el Teatro Municipal de Jardín, se destaca dentro del conjunto urbano del municipio. Está compuesto de paredes de tapia y bahareque, grandes balcones y calados en madera: una fachada característica de la arquitectura republicana.
Su interior se compone de una elegante arquitectura isabelina, recubierta de madera ahora en su tono original, recuerdo de un rosado pálido que la vistió por muchos años. El patio de aquella casona se convirtió en la sala principal o gran sala, con espacio para 280 sillas y palcos laterales. La segunda planta cuenta igualmente con dos palcos laterales y uno central, justo encima de la entrada a la gran sala.
Además de las obras de teatro, los actos cívicos y musicales hicieron parte de la programación. Eventos que lograron convocar masivamente a la comunidad, como aquella vez que el músico mexicano Alfonso Ortiz Tirado hizo su presentación en aquellas tablas.
Durante varios años, la proyección de las películas era un plan muy popular entre los jóvenes del municipio; martes, viernes, sábados y los domingos de matiné constituyeron el entretenimiento de la comunidad hasta los años ochenta.
La asistencia al teatro se fue haciendo cada vez más escasa y la falta de recursos para el mantenimiento con la poca iniciativa para conseguirlos, ocasionó que poco a poco el teatro fuera abandonado iniciando su proceso de deterioro. Desde 1988 el teatro cerró y el paso del tiempo dejó estragos significativos los cuales lo dejaron en ruinas.
En el 2016 se inició la restauración del teatro con recursos de FONTUR y del Ministerio de Cultura, la cual finalizó éste año y está a la espera de los procesos culturales necesarios que permitan escribir una nueva historia.
El Teatro Municipal de Jardín, ese patrimonio arquitectónico restaurado y reconstruido, abre de nuevo sus puertas restituyendo para la comunidad un espacio de encuentro y creación, y nos inspira a enfocar la mirada en la conjugación CINE Y PATRIMONIOS como tema central del 4° FESTIVAL DE CINE DE JARDÍN.